SAN VALENTÍN: MÁS QUE AYER Y MENOS QUE MAÑANA

Me parece verdaderamente sádico que haya un día al año especialmente destinado a recordarle al común de los mortales que no se puede vivir sin amor. Lo digo porque si llega el 14 de ferero y uno está enamorado y es correspondido, entonces las cosas van bien, y hasta se puede permitir uno ignorar los constantes recordatorios de los centros comerciales sobre la necesidad de obsequiarle al ser amado con un bonito presente, aduciendo que son todo maniobras capitalistas y que en realidad el romance no depende de fechas señaladas, ni se mantiene a base de consignas mercadotécnicas. Pero si uno está sin pareja, esas diatribas antimercantilistas suenan a excusa de tres al cuarto, y cualquiera pensaría - y con razón - que, en realidad, cuando criticamos los esfuerzos publicitarios por integrarnos en la tradición sajona del regalo de San Valentín, no hacemos sino intentar ocultar el denigrante hecho de que una vez más este 14 de febrero nadie nos va a regalar una mísera caja de bombones en forma de corazón.

Una, que el resto del año presume de mujer libre e independiente, se siente en estas fechas una solterona amargada y neurótica que no ha encontrado un alma caritativa que la aguante. ¿Y cómo podría verse a sí misma de otra forma si el bombardeo mediático se empeña en hacerle creer que una mujer sin pareja es algo así como un donut sin agujero? Sólo una treintañera que sienta el mecanismo del reloj biológico pendiendo sobre su destino cual espada de Damocles podrá entender la desazón que me acomete, no sólo a mi, sino a varias de mis amigas cuando se aproxima la fatídica fecha del 14F; inminencia que no podemos ignorar, por mucho que lo intentemos, porque ahí están la radio, la televisión, los anuncios de los periódicos y las vallas publicitarias para recordarnos, cual sinietras sibil, el señalado día que nos amenaza.

El amor no se mide en regalos y no se siente más intensamente en unas fechas que en otras. No se ama más ni menos el 14 de febrero, como no se valora más a la madre el primer domingo de mayo que el último jueves de junio. Así que convénzase de que lo que realmente importa no se puede medir, ni pagar, que ni se compra ni se vende el cariño verdadero y que, en cualquier caso, no tenía usted por qué seguirles el juego a las grandes multinacionales que han importado la tradición sajona para hacer la jugada millonaria del fin de las rebajas.

Ah! Y ni se le pase por las mientes enviarle, cual Cecilia, un ramito de violetas a un antiguo amor: según me ha explicado la florista, el precio de las flores se triplica en San Valentín.

La Eva Futura - Lucía Etxebarría


Antonio Machin - El huerfanito




Como ni La Trunchi ni yo tenemos quien nos quiera, yo la invito este finde a pasarlo en Barcelona viendo a Oasis, y ella me invita a mi a lo mismo. Celebraremos nuestro particular San Valentín....En Barcelona hay Tanqueray, no??? jajajaja. M...si te animas a quedar con un par de alcohólicas reconocidas, sólo tienes que decirlo. Mejor con el tam tam, que lo de los silbidos no me salen muy bien.


PD: SEXO EN TIEMPOS DE CRISIS